Piadoso y clementísimo

“Piadoso y clementísimo Señor, ¿por qué te vestiste de carne humana, y quisiste bajar del cielo a la tierra?  

Para que el hombre terreno, a quien su culpa había derribado, pudiese con mi favor y ayuda subir desde la tierra al cielo.

¿Quién a ti, que eras inocente y estabas libre de pecado, forzó a padecer muerte y dolores por los pecados?

El amor grande que tuve al hombre, para que, lavado él con mi sangre, se hiciese hábil para morar en el cielo. 

¿Por qué tienes los brazos tendidos en ese madero, y los pies juntos y traspasados en un clavo?

Porque de una parte y de otra llamo a las gentes del mundo, y así las vengo a juntar en unión de una misma fe.

¿Por qué, estando en esa cruz, tienes inclinada la cabeza, y los ojos humildemente bajos y puestos en tierra?

Porque con esta figura enseño a los hombres a no levantarse con soberbia sino a bajar humildemente la cerviz y ponerla debajo de mi yugo.

¿Por qué estás en esa cruz desnudo, y por qué está ese rostro y ese divino cuerpo tan consumido y tan flaco?

Porque con esto quise enseñarte a despreciar las riquezas y bienes deste mundo y a padecer hambre y pobreza conmigo. 

¿Por qué tienes cubiertos los lomos con un velo de lienzo? ¿Qué es lo que me significa esa cobertura real?

De aquí quiero que aprendas que me agranda los cuerpos limpios y castos, y que aborrezco toda torpeza y fealdad. 

¿Qué quieren decir esas bofetadas, salivas, azotes, corona de espinas, y los otros tormentos de la cruz?

Que tenga paciencia en las injurias y no quiera dar mal por mal al que desea sobre las estrellas del cielo vivir en perpetua paz”.

Marko Marulic

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