“Es necesario creer en Dios para salvarse. Este dogma mal entendido es el principio de la sanguinaria intolerancia, y la causa de todas esas vanas instrucciones que asestan un golpe mortal a la razón humana acostumbrándola a presumir de palabras. No hay duda que no existe un momento que perder para merecer la salvación eterna: pero si, para obtenerla, basta con repetir determinadas palabras, no veo por qué se nos impide poblar el cielo de estorninos y de urracas, lo mismo que de niños”.
Jean-Jacques Rousseau
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