“Cristo no ha muerto para que debatan hombres de ciencia el exacto lugar de su crucifixión, o la exacta cantidad de sangre que derramó, o el nombre del soldado romano que le clavó la lanza final. Cristo ha muerto para dejarle un mensaje de amor a todos los hombres sencillos que ven con el corazón -sin mediciones- la pureza de la Pasión”.