Angustia en el Marjan

El Marijan es una colina y es un parque referencial de la ciudad. Tras haber rezado con los pies ensangrentados en la Iglesia de San Francisco, decidió ir a pasar la noche a dicho parque, buscando la altura máxima del mismo. 

Con un esfuerzo violentado por las heridas, tras una caminata muy lenta y dificultosa mientras caía la noche, llegó hasta el sitio y lugar que le parecía propicio para dejarse desplomar sobre algo de pasto, sobre algo de tierra. Observando el cielo parecía tener la mirada dormida, con los ojos abiertos parecía no estar viendo.

Entonces pensaba sobre si estaba haciendo lo correcto, o si estaba haciendo lo que era debido. Tanto tiempo se había preparado y parecía no estar satisfaciendo las exigencias que había imaginado. La realidad lo estaba superando o en realidad quizá estaba rindiendo tal cómo se lo esperaba. Entre el para qué de estar haciendo lo que estaba haciendo y entre el amor por su destino, le respondía el cuerpo con pequeñas lágrimas. 

Se sintió solo. Sintió que había fracasado tal vez. Sintió que todo eran tan necesario como innecesario a la vez. Que lo que hacía bien no cambiaba al mal, y que, si estuviera haciendo algo mal, el bien tampoco quizá lo estuviera notando. 

En toda existencia, por más breve o prolongada que sea, para aquellos que deciden pensar y sentir quiénes son, hay replanteos que ensangrientan el alma, o que dejan confundida a la muerte. Pero ese coraje de plantearse una y otra vez, de revisar el significado y validez que le damos a cada respiro, eso es tarea de muy pocos, de quienes tienen vocación de sacrificio, de heroicidad. 

Pidió en la noche que su vida cumpliera con un significado. Recordó que su vida, dependía de él, podría dejar las huellas de un mensaje y de un sentido para con su creador, y para quienes lo hubiesen conocido.

Tin Bojanic

Fragmento de «Un espíritu en el Mar Adriático» del libro SUR-REALIDADES

Carmina

A Marcvs Marvlvs

Si alguien supiera lo que yo di por sabido

No diría nada del porqué hoy ya no lo sé,

Porque cuando uno cree ver el amanecer

Vislumbra sólo el buen presagio del camino. 

Yo, que vengo de tantas –y esas- vidas tristes,

Ay de las veces que no supe hacérmelas feliz.

Ahora que soñamos con las mismas piedras

Y nacen mis versos donde ayer caía tu tinta.

Vos seguís escribiendo insaciable en las pinturas

Con mi pluma persiguiéndote en otra cual latina.

Yo, que vengo de tantas –y esas- vidas tristes,

Soy en casa al portear el umbral de la lágrima.

Split, Kuća Marka Marulića 

Marvlvs Library Jazz Bar

El primer heroísmo cristiano

En el Huerto de los Olivos, en horas cristianas cruciales, está el Hombre con su alma angustiada, mezcla de responsabilidad y designio, rezando. Allí también dice: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

En la oración sucede siempre el hallazgo de refugio ante la tribulación, es el lugar donde se reconcilia el espíritu con la verdad e, inmediatamente y cual consecuencia, también con la esperanza. 

Ese momento de la vida de Jesucristo, uno de mis favoritos, ha sido utilizado muchas veces en perjuicio de su verdadero mensaje evangélico. Pues allí, los detractores, alegan creer ver a un mesías confundido, dudando acerca de su misión, y con atisbos cercanos a la claudicación; y que luego no hizo más que resignarse ante los hechos. 

Cuando Jesucristo indaga si es posible pasar de ese cáliz lo hace desde un Dios hecho carne que sabe lo que vendrá en dolor. No hacerlo significaría minimizar la flagelación de la crucifixión, y también sería una demostración de soberbia nada inherente a Jesucristo. Por añadidura, donde se intenta concederle un título de resignación a la posterior elección, en realidad, no se está apreciando la mayor belleza de la carne pidiendo ser comandada por el Espíritu. Nuestro Señor tiembla en su carne lo que ha de acontecer inevitablemente, pero su espíritu se sobrepone y clama que no se haga su voluntad sino la de Dios. 

La cristiandad no consiste en una indiferencia ante el dolor, o de un goce extraño en el sufrir. Este pasaje del Evangelio nos enseña que nuestra conveniencia será la que busque siempre evitar el sacrificio, y que el heroísmo cristiano consiste en la aceptación de lo que ha de hacerse, no como nosotros quisiéramos, sino subordinando nuestro sentir siempre a la fuerza superior de nuestro espíritu en comunión con Dios. 

Poco tiempo después de ese episodio, tendremos a Jesucristo en la Cruz, pagando las consecuencias de su mensaje revolucionario de amor, más allá de los sistemas preexistentes, y más allá también de los tiempos venideros, encarnando un ente de valores sacros e inmortales. 

Allí, con las carnes desgarradas, a punto de cumplir con su misión, una vez más, vuelve a expresar el dolor inefable de la carne y pregunta: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Vuelve, entonces, a sentirse hombre en la angustia del dolor. Pero así como ya dijera, que la verdad está ligada siempre e inmediatamente con la esperanza, es cuando vuelve a ejercitar ese primer heroísmo cristiano al decir luego: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. 

Split, 2013

RIENDA SUELTA

Tin Bojanic

Ven soledad que yo te quiero

Poco es todo lo mucho que hoy me queda

en un ay de vida que dejó de ser la mía.

Sé que soy feliz en los sueños de bandera,

muerta ya mi muerte tan puta en la agonía. 

Me escondo en el mismísimo humo del habano,

que en otro tiempo convencía sutil al carcelero.

Johnny no me canta ni tampoco ya es mi trago,

¿dónde está el beso sepultado en mi entrevero?

Sigo pedaleando mi bicicleta de los miles de poemas,

aunque caigan del canasto los versos que se vuelan.

Ya no es mi aldea la que huye de una injusta condena,

soy yo el que elijo donde bailar desnudo con mis penas. 

SPLIT

It must be a book

After working for a long time at Marvlvs Library bar in Split, Croatia, I have seen how people enjoy listening to stories that took place at this bar. After seven years -and still counting- there have been many situations that I will never forget and that should be written down in order to be enjoyed and  forever remembered. Because of many strange, lovely and funny situations that happened at the Library Jazz Bar, I have decided to start writing those that I remember, but I also would like to invite those of you who have your own stories, to share them and I will choose some of those anecdotes to be included in what will probably end up as a very interesting and funny #book . Needless to say,  names will not be revealed if requested. Croatian, English, Spanish, Portuguese, Catalan, and Italian are welcome if one of those is your mother tongue. Thank you so much and I will be waiting for at: marvlvs@yahoo.com

Como un perro dálmata

Ahora que miro las flores veraniegas del jardín por la ventana recuerdo cuando no podía ver nada durante el invierno y todo era nieve. ¡Qué frío que hacía! Sí, leer, leer y leer. Y cuando la dueña de la casa a la que le alquilo la habitación me dejaba algo de comida, o algún vinito, sí, ¡eso era fiesta! No sólo porque ayudaba a paliar los sufrimientos de un poeta, sino porque no tenía que ir a enfrentar el frío. Pero ya es verano, y en rieles, me iré a la Costa Dálmata. Y Zagreb no se enojará, porque sabe que siempre, de una u otra forma, porque suerte o por el infortunio, me tendrá de vuelta por sus calles…

         El tren me dejó a poca distancia del Palacio Romano de Split. Con mi bolsito y mi boina me presenté ante los muros de la historia. Un dálmata me espera para llevarme a un sitio donde podré quedarme, y porque podré trabajar para él durante la temporada. ¿De qué trabajaré? Bueno, esta vez, y una vez más, de cocinero. 

         No sé cuántas semanas logré trabajar en ese restaurante, y fue cosa parecida a la temporada anterior, cuando habíamos acordado algo y luego ese algo se transformó en un algo poco del algo que yo quería. Y todo muy abrupto, como siempre sucede del bajón al subidón y viceversa. Porque llegué con la primera ilusión de poder comer como Dios manda en la cocina luego de la dieta de neviscas de Zagreb. Y tras comer y brindar en abundancia, ahora, me veo en un clima más simpático y agradable, con un precioso Adriático azul delante de mis ojos, pero sin haber cobrado lo que se me debe, y sin ya poder ir a dormir al piso que se me hacía mío… Tendré que aguantar unas setenta y dos horas hasta que reciba el dinero por unas traducciones, pero en la espera, ¿qué haré? Si con las kunas que tengo no me alcanza más que para comer un burek de carne, ¡qué de carne!, tal vez de queso… Me iré al Parque Marijan, donde solía correr por las mañanas, pero esta vez, para dormir por la noche…

         Debo evitar ser visto por la policía o por la seguridad del Parque. Es que no creo que les guste saber que un poeta eligió por extensión de su reinado ese bosque dálmata de brisas marinas. Por ello me internaré en el sector por donde circulan menos coches. Porque hay coches que circulan durante la noche en este parque también, y como en muchos otros parques del mundo sucede, para que una pareja sin lugar propio pueda adueñarse con sus gemidos placenteros de la naturaleza que tiene a mano… 

         Qué hermosos árboles. Pero qué tristes parecen a la vez. Porque ellos, tal vez, se dan cuenta de lo que yo no. Es decir, ellos me harán compañía y no podrán salvarme de las balas como en Burzaco, que así lo hicieron algún día. Aunque aquí las balas sean de otra naturaleza de hambre y de otra naturaleza de violenta incertidumbre… Porque una noche, esto de dormir en un parque, no pasa nada, pero si uno no sabe hasta cuándo será, se hace, con cada vez que uno se pregunta a sí mismo esto, muchísima más dura la experiencia. Que ya, que cuando una simpática anécdota no se sabe si se transformará en rutina…

         No puede ser, ¿quién me descubrió? ¿Hicieron tanto ruido mis pensamientos? ¿Será algún animal?

Tin – ¿Quién anda ahí? ¡Holaaa!

Hombre – Hola, ¿cómo estás? ¿Acampando?

Tin – No, ¿vos, qué hacés por acá?

Hombre – Hola, soy Rob. Hace unos días que duermo por acá, pero no duermo siempre en la calle, o en el parque como en este caso. Pero estoy esperando un dinero y no tenía otro lugar adonde ir. Además, hace bien al espíritu dormir tan cerca de la naturaleza. 

Tin – Bien. Soy Tin, encantado. ¿Hablamos en inglés entonces o en croata?

Rob – Mi abuela era de una isla, pero yo hablo muy poco. Tampoco sé muy bien qué hago acá, pero, en fin, me cansé de estar en Inglaterra sin saber qué hacer y me vine sin saber tampoco qué hacer, pero ahora frente al Adriático…

Tin – Eso tiene algo de lógica.

Rob – ¿Ya te ibas a dormir? Porque tengo una botellita de whisky que, si te parece, la puedo compartir con vos.

Tin – La verdad que estaba solamente pensando en mis cosas y me disponía a contar las estrellas hasta quedarme dormido. ¿Refresca por acá? Pero bueno, sí, estoy para un trago, claro que sí.

Rob – Qué bien. Sí, refresca bastante. Pero no es problema. Si no refresca mucho, te quedás dormido. Si refresca un poco, terminamos la botella. Y si aún sentimos frío después de acabar la botella, es más divertido putear de a dos, ¿verdad?

Tin – Brindemos entonces.

Rob – ¿Por qué brindamos?

Tin – Por la Hermandad del Parque Marijan.

Rob – La Hermandad del Parque Marijan. Me gustó eso. 

Tin – Tengo un pedazo de burek si querés…

Rob – ¿En serio? Me vendría muy bien que no comí nada en todo el día.

Tin – ¿Comida no pero chupi sí?

Rob – Es más fácil robar una botella en la gasolinera que un burek en la panadería…

Tin – ¡Ah, bueno! 

Rob – ¿Vos también sos descendiente de croatas?

Tin – Sí, como muchos de los que andamos por acá.

Rob – ¿Te pensás quedar mucho tiempo?

Tin – Bueno, la idea no es quedarme a vivir en el parque, pero ya veremos. 

Rob – Yo quiero quedarme acá, pero tengo que resolver algunas cosas primero.

Tin – Como comer…

Rob – Sí, debería organizarme mejor para comer.

Tin – ¿Qué hacés de tu vida?

Rob – Soy economista.

Tin – Está jodida la economía mundial puedo ver.

Rob – ¿Vos?

Tin – Yo soy poeta.

Rob – Y vos estás jodido sin importar la economía mundial.

Tin – No seas cruel.

Rob – ¿Acaso la poesía no es hija de la crueldad?

Tin – ¿A qué te referís? La poesía es dulce.

Rob – Exacto, pero nace desde la crueldad, desde lo horrible. 

Tin – ¿Sos poeta también?

Rob – No, pero seguí al pie de la letra el If de Kipling, y así me fue, ¡me la jugué entero! Ahora soy todo un hombre, pero de los que viven en los parques.

Tin – En los parques donde hay miles de estrellas, buenos amigos, whisky, conversaciones inteligentes y la Hermandad del Marijan…

Rob – A tu salud.

Tin – A la tuya.

Mi escritor favorito

El corazón del alma

Ay hace días que no sé nada de tu vida

y -claro- he empezado a preocuparme;

tal vez, oh Dios, te haya pasado algo

o peor, hayas decido abandonarme. 

Creía yo que esto jamás nunca existiría,

sin siquiera la posibilidad en la que, que no,

esta separación de tristeza hoy ocurriría

y que necesitarte tanto tanto, tanto dolería. 

Pero decido sentir que volverás, sí y sí, hasta mí

en el mismo impulso donde vaya yo a tu encuentro,

porque atentarías con tu misión al dejar de hacerlo:

si me dejas, poesía, los dos sabemos que me muero. 

Split

Libro Escenarios aledaños