Poeta espectral

El espejo se asusta:

me ve fantasma flaco,

desamparo en cada gesto,

hartazgo de risa encarcelada.

El piso se marea:

percibe mi deambular de náufrago,

pasos teatrales fuera del escenario,

taconeo de atención de botas sin caballo. 

La biblioteca se disculpa:

vendió hasta lo que no había leído,

refugia a mis hijos de fachada culpable,

retiene a pocos colegas sin maestría.

El escritorio se acongoja:

acepta que es inútil ante la desilusión,

extrañamos y soñamos la máquina de ensueños,

mis manos muertas sobre su estremecida piel de madera.

La heladera se apaga:

perdió su vocación maternal,

no logra congelar las brasas del hambre,

en nada colabora cuando cocino mate.

La soledad se va:

no me cree persona para abrumarme,

sin un mango para invitarla a un café;

el último abrazo murió en el exilio.

La vida se desvive:

en una sala de espera,

o de pasajeros en tránsito,

pero yo siento que es el purgatorio.

Poeta espectral:

¡alégrate que tu pluma aún te oye,

tu corazón aún busca amar,

y Dios te llevará en elegía o dejará que seas poesía!

TIN BOJANIC ǀ FUGA DE FANTASMAS

Años de sufrir a la Demagogia Dictatorial

“Años de sufrir a la Demagogia Dictatorial en La Argentina. Como resultado, además de todas las pérdidas democráticas, los hechos nos demuestran que hay una minoría -cada vez menor- que vive en barrios cerrados, y una mayoría -cada vez mayor- en Villas de Miseria. Esto nos llevará al día fuerte -que ya vivimos su amanecer- en que aquella gente arrastrada en la esclavitud, y a su exterminio premeditado, practicará literal y metafóricamente, todo tipo de canibalismo. El hambre y la proximidad de la muerte, los llevara instintivamente a matar sin piedad, y por la falta de educación, olvidará todas las practicas morales existentes, y como la seguridad de los ricos es brindada por pobres asalariados, ¿quién los salvará! ¿Qué sucederá con los políticos y otros cómplices de la Corporación política? Pues, ya se habrán ido a vivir a sus mansiones del extranjero compradas con dinero corrompido y ensangrentado. Me queda decir: Dios, ayuda a despertar a mi pueblo para que tengamos otro amanecer”.

“Doscientos años luchando por la libertad, aún no conseguida. Porque cómo es posible celebrar un Bicentenario cuando somos colonos del capricho extranjero,  claro que por la traición gobernante, y rehenes de esa misma desalmada demagogia dictatorial que nos ultraja”. (2010)

“La información que presentó el Grupo Jimbo a los medios y políticos argentinos en septiembre de 2010 les quemó las manos y no hubo ninguno que se la bancó. Hoy todos sufrimos las consecuencias de aquella cobardía, aunque ahora, a ellos, les queme la conciencia de sus traiciones”.

El desgraciado político argentino

Hay una tormenta que golpea mi piso de Zagreb. Me asomo por una de las ventanas que da a una calle perfectamente delineada. Indago con el cristal si podremos resistir los embates de violencia de un clima que pareciera recobrar un salvajismo que siempre tuvo innato, pero que permaneció calmo durante demasiado tiempo. Hacía mucho que no veía llover de esta manera, igual de lapso probablemente transcurrido desde que no acontecía un ataque semejante de mis nervios en mis entrañas, suscitando tanto desprecio por los informes políticos que leo. Siento que soy yo el que genera la tormenta. O bien, ya que me siento parte de toda la naturaleza, puede que ella esté solidarizándose conmigo por estos días tan particulares. 

En determinados instantes uno pierde noción, por el desgaste, de todas las cosas que ha experimentado, de todos los pormenores que ha sufrido. Porque de alguna manera va acostumbrándose, va asimilando el día a día. Pero la memoria no desaparece y uno jamás termina por confundirse definitivamente, y mucho menos si no se quiere. Aunque claro parece que de muchas preguntas ya no se sepan indicios de respuesta. Qué suerte entonces la mía que puedo regresar a mi esencia, o que puedo aferrarme a lo que probablemente colme mi vida entera. 

         Camino furioso en derredor de las paredes mirándolas carceleras, y observo el piso como si fuera el puente de mando de una embarcación ya herida que espera el desesperanzado hundimiento, o el choque sorpresivo con una isla de nuevas ilusiones no fijada en ningún mapa. Comienzo a hablar en voz alta, a ejercitar un soliloquio que no me haga sentirme tan solo, que me recuerde que aún cuento conmigo, que algún cómplice está escuchándome. Me reclamo a mí mismo el pesimismo y me refresco lo que en realidad me moviliza, esto de ser un hombre definido tras las letras que arroja el escritor del alma que me habita. Porque si un escritor, que debería estar leyendo todo el día, ya ni esto le permiten las circunstancias, puede que entonces sea momento de accionar aquello único que jamás podrán quitarle. Así es como todo a mi alrededor, cada uno de los elementos inanimados, me oye gritarles que un escritor que no escribe es un ser que está completamente muerto. Que un escritor en la medida en que continúa escribiendo es un ser que permanece vivo, librando las batallas que el destino y su dios le han encomendado. 

         Fortalecido entonces en el puesto que me corresponde ocupar, no resuelvo tampoco la tormenta que moja mis sueños. Pero mi pluma está de pie. Para combatir por lo que cree, para intentar arrojar su aporte, para que si en algún momento se pierdan todas las oportunidades se sepa, y se dé ejemplo, que toda causa verdadera debe ser perseguida hasta el final y hasta las últimas consecuencias. Encendiendo verdades se logrará congelar tanta mentira.

         Esta bronca, en realidad, no está dirigida a mis colegas ni a mis afectos, o a los lectores que depositan en mí una cierta confianza por mis ideas por el hecho de ser, orgulloso, consecuente con mis actos. Está dirigida a los desgraciados de espíritu, a cuanto gobernante ha existido en La Argentina desde que yo amanecí bajo sus aires. Y sin miedo a las burlas de mis flaquezas, no hago más que gritar mi honestidad como primera reprimenda que lacere su tamaña hipocresía.

         Quisiera, y sé que no sabré con la suficiente delicadeza, hacerles ver a todos aquellos hombres y mujeres que ocuparon sillones de mando, tanto hayan sido delegados o arrebatados ilegalmente, que los considero absolutamente desgraciados y que los repudia todo mi ser. No hago esto para llamarles la atención de mis penurias, porque esto lo hago para picarles la consciencia y devolverles sus ataques con, aunque sea, la intención de quitarles el sueño en todos los días que les queden si pudieran humanamente experimentar algún arrepentimiento. A lo que ciertamente descreo pertenezcamos a la misma especie, pues su crueldad es fantástica. 

         Sí que hay detrás de mis letras las noches que me llevaron al exilio y lejos de mis afectos. Sí están marcadas en las cicatrices de lo que escribo la cantidad de veces que sentí el hambre, el que ya traía en mis pieles desde las tierras que ellos, enemigo interno, aún ultrajan. Sí hay en todas mis palabras una carga emocional, un dolor físico, un quiebre en el corazón por todo lo que me han hecho pasar y sufrir con todos los sentidos. Pero no me duele egoístamente -porque no soy como el enemigo- lo que lloran mis ojos, los cortes de mi mano, la sequedad de mi boca, lo nauseabundo que huelo en cada novedad de ultramar, ni el silencio de la indiferencia que aturde a mis oídos. Lo que me duele en alma completa es la prosecución de sus fiestas espurias ignorando la cantidad de niños que mueren a diario, o que marginados sólo vivirán en una horrible sala de espera infernal antes que les caiga la muerte que le han enviado mercenaria. Porque todos saben la infinita lista de penurias que se ha convertido vivir sin vida en el país, menos los gobernantes que continúan enriqueciéndose. Porque en cada argentino que me he encontrado expulsado por el mundo siempre he visto el amor desolado de sufrir al peor de los enemigos, que es la traición de sus propios paisanos. Porque no se puede acusar a potencias extranjeras de todo lo que nos ocurre si son precisamente los que vulgarmente nos gobiernan, legislan y juzgan, los que están destruyéndonos como nunca ha sucedido. A ésos, los investidos de poder, les entrego mi más exquisito repudio y deseo que Dios reparta tremenda justicia con su poder eterno.

         En los últimos treinta años, y no es que antes no hubiéramos tenido traidores, han gobernado las peores de su escuela a la República Argentina. He visto en la Casa de Gobierno a los más fracasados payasos vestidos con uniforme de héroes del pasado, conduciendo una guerra contra el propio pueblo, y otra que era justa, desconociendo las mínimas tradiciones del honor militar. Luego he visto a dos radicales absolutamente incapaces, y bien debería comenzar a ser delito aceptar ejercer un cargo para el que no se está preparado cuando hay vidas humanas y el destino de un pueblo en juego. Por otra parte, como si fueran cosa bien distinta a los anteriores, que no lo son, hemos padecido coloridos peronistas que nos han ofrecido traficantes de armas y de drogas. Y por estos días experimentamos lo peor que pueda extraerse de todos ellos, sumándole la dolorosa falsía de pretender alzar banderas que, en realidad, las van quemando a cada paso nefasto con sus acciones y planes perfectamente premeditados. 

         El país está completamente destruido en su realidad y  moralmente. Pero si hay algunos que comparten conmigo que La Argentina debe recrearse íntegra, sabrán que no se puede aceptar más tanto traidor y habrá que buscar a algún político que se indigne por este asco. No quien se sienta acusado o avergonzado, que ni eso nos consuela a esta altura, sino aquél que posea una desesperada visión y ansioso sacrificio por demostrarnos que otro país diferente es posible. 

Por los sueños de los grandes hombres que lucharon por la independencia del país y del pueblo. Por aquellos que cayeron enteros en Bolivia o en Malvinas luchando contra el Imperialismo. Por los fusilados en el exilio forzoso bajo una lluvia de balas de olvido y ahogados en nostalgia, incrementándose tristemente. Que La Argentina, hay que convencerse, puede y debe desprenderse definitivamente de tanta politiquería que es porquería: la clase dirigente actual. 

Dios quiera que vivan en nuestra época los héroes que vendrán. 

MMIX

Zagreb

Tin Bojanic; Fuga de fantasmas

La vuelta al mundo

Tuve muchos juguetes de niño, y no es por eso que siempre digo que mi infancia fue feliz. Pero tuve una vuelta al mundo que tras hacerle girar un mecanismo comenzaba a moverse suavemente guiada por una melodía tiernamente infantil. 

Creo que jamás podría olvidarme de esa canción para dormir de mis primeros años. Porque le pedía a mis padres, y algún hermano habrá tenido que aceptar mi demanda, que hicieran funcionar la vuelta al mundo para mí.

Hace muy poco, mientras las pertenencias de mi casa eran subastadas para huir ilesos de la Demagogia Dictatorial, he vuelto a ver aquella vuelta al mundo, después de muchísimos años, en las manos de un niño aceptando el regalo de mi madre. 

Creo que en mis vueltas por el mundo he escuchado en los rincones de mi memoria aquella melodía acariciándome los pies en mi andar y haciéndome dormir en las noches de soledad. 

Aquel niño anónimo tendrá su vuelta al mundo, y ojalá, cuando se la regale a otro niño cuando él ya no lo sea más, permanezca en su memoria el mismo dulce recuerdo de sus padres como sucedió conmigo.

Medugorje 2013