Sabio consejo de savia

Secretos de la percepción

(Homenaje a Jorge Luis Borges)

Libertario picoteó alegre el tronco del árbol como intentando provocarle cosquillas. Después se me acercó para despedirse y no preocupar tanto a su mujer. Le pregunté cuándo volveríamos a vernos y me contestó que siempre que viera un gorrión sería él, y que bastará que uno de ellos vuele para que todos sientan la libertad del viento en sus propias alas.

Mientras se alejaba mi gorrión amigo, el árbol y yo reanudamos el diálogo.

Yo – Pienso en las palabras de Libertario. Hizo que entendiese la igualdad desde una perspectiva diferente. Yo quería volver a verlo, pero su preocupación era que yo desease ver un ave cualquiera. Él podía ser el próximo gorrión que me cruzase en el camino. Todos deberían producirme la misma emoción, para no establecer diferencias…

Árbol – ¡Las tantas que hay hoy en día! Hay veces que espero resignado la próxima poda y otras son las que quiero cambiar las cosas de modo tan radical que desespero. 

Yo – Son demasiadas las injusticias y es tan desgraciado el poder, que ni los árboles están exentos de ser discriminados ni los hombres de ser podadas sus ideas.

Árbol – Una vez El Poeta dijo: “Creo que con el tiempo mereceremos que no haya gobiernos”. Y luego, un día más tranquilo, reflexionó: “El olvido es la única venganza y el único perdón”.

Yo – Hay veces que me vuelvo tan anarquista que temo la libertad también tenga sus leyes. Y las leyes quizá sean el resultado fracasado del entendimiento entre los hombres.

Árbol – ¡No te rindas! No dejes de creer y de querer. “¡Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno!”

Yo – Sólo espero que la vida no espere a la muerte.

Árbol – Te diré por último: “He nombrado los sitios donde se desparrama la ternura y estoy solo y conmigo”.

Tin Bojanic


Descubre más desde Reino de Albanta Ediciones

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑