Adentrándose

La vida es poesía (Lunea)

Un hombre puede tener muchas aspiraciones y sueños en la vida. Sin embargo, si se los analiza con precisión, podrá verse claramente que todas esas metas tienen una connotación sexual, o en términos más dulces, afectiva. Todos los logros que se puedan alcanzar cobran sentido a la luz de la mirada de una mujer, de aquella por la cual se hacen todas las cosas, por la cual uno respira esperando sentir que su perfume acaricie nuestros pulmones.

Sí, aquí comienza una exposición feminista, porque todo lo que diré es desde la perspectiva de un hombre que de machista no tiene nada, al descubrir que las mujeres son mucho más hermosas que él y que, sin ellas, si el mundo fuera verdaderamente machista, es decir, habitado solamente por machos, les aseguro que se iría a otra parte. Y si, por el contrario, existiese un mundo habitado sólo por mujeres, rogaría que me dejaran entrar, aclarándoles que no deberían temer mi presencia, porque lo único que haría sería protegerlas y, si me lo permitieran, amarlas a todas.

De todas maneras, lo que quiero contarles es cómo hice para encontrar a la mujer de mi vida. Después de buscar por todas partes y de interiorizarme profundamente en la mujer, en su alma y en su cuerpo, pude descubrir cuál de todas tiene tantos rasgos de Dulcinea que me ha hecho sentir finalmente como Don Quijote. Porque descubrí un gesto femenino que sólo ocurre cuando la mujer está completamente enamorada de un hombre, y porque ese detalle preciso puede enseñarle a uno a la perfección si es o no la mujer que tiene en sus brazos a quien debe abrazar por el resto de su vida.

Esto no ha sido fácil, y es por eso que quiero dejar mi testimonio como fiel reflejo de lo complicado que resulta hallar a tan preciosa y preciada mujer. Porque no ha sido sencillo, porque no ha sido rápido, y porque muchos aún no creen poder encontrarla ni me creen que yo lo haya hecho.

Sin pretender creer que soy el hombre que más sabe de mujeres, les contaré a continuación historias de alguien que se dedicó plenamente a la búsqueda de su Dulcinea, quizá con la mayor convicción de entre todos los enamorados. Y si no soy quien sabe más sobre el asunto, lamentablemente Miguel de Cervantes ya no está para orientarnos. Confíen un poco en mí, al menos, por ser poeta.

MMII

Tierras de Adrogué

Tin Bojanic


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