(Ensayo forzado)
Cuando se tiene fe en un área específica del conocimiento o en las responsabilidades asumidas por una persona en particular, se dice que esa persona tiene autoridad en el tema. Nadie puede sentirse subordinado a una autoridad que considera inferior a sí mismo. Un alumno delega la autoridad intelectual en su maestro, siempre y cuando exista una valoración del ejemplo a seguir, un entendimiento o acuerdo mutuo, y el respeto ganado por la justicia de dicho orden. Si esto no ocurre, la autoridad se convierte en una imposición difícil de sostener debido a la fragilidad de sus fundamentos. ¿Cómo, entonces, se establece una verdadera autoridad? Aquí intentaré ofrecer algunas sugerencias.
Nada produce mayor admiración que el ejemplo. Nos pueden hablar muchas veces sobre lo bueno que es un determinado poeta, pero hasta que no lo leamos, solo estarán alimentando nuestras ganas de conocerlo. Solo después de haber comprobado su excelencia podremos atribuirle autoridad en el tema. Si conociéramos al escritor antes de leer sus obras, su simple presencia no nos deslumbraría sin pruebas. Ahora bien, si tras leer sus escritos estos resultan exquisitos, en un nuevo encuentro estaremos más atentos a escucharle, ya reconociendo su competencia.
Después de haber corroborado, a través del ejemplo, que este poeta es bueno en lo que hace, el siguiente paso sería entablar una comunicación para acercarnos a la idea de delegarle autoridad en ese ámbito. Porque si al conocerlo personalmente nos dejara una mala impresión o si sus formas fueran contradictorias con lo que profesa en sus letras, el depósito de confianza que pensábamos entregarle se detendría. Por el contrario, si en la conversación se confirma el entendimiento que intuimos en la lectura, profundizar en ese conocimiento dependerá del intercambio de ideas. El diálogo es una competencia intelectual, impulsada por la duda, que intenta llegar a la verdad.
Una vez iniciado el diálogo, la soberbia o el desprecio pueden interrumpir el proceso de admiración que el ejemplo había generado. ¿Quién soy yo para decirle algo? ¿Quién es él para no escucharme? Si el respeto se pierde, lo mismo ocurre con la autoridad, ya que esta no se impone, sino que se gana.
De este modo, podemos decir que la autoridad se obtiene mediante el ejemplo, el diálogo y el respeto, y que si uno de estos elementos de este trinomio inseparable falta o no existe, no podríamos sentir su presencia. El maestro solo podrá enseñar a su alumno si este considera que está capacitado para hacerlo, simplemente porque reconoce que tiene autoridad sobre él.
MMII
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