Salmo 27 (26)

De David (XI a.C.)

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿de quién podré tener miedo?

El Señor defiende mi vida,

¿a quién habré de temer?

Los malvados, mis enemigos,

se juntan para atacarme y destruirme;

pero ellos son los que tropiezan y caen.

Aunque un ejército me rodee,

mi corazón no tendrá miedo;

aunque se preparen para atacarme,

yo permaneceré tranquilo.

Solo una cosa he pedido al Señor,

solo una cosa deseo:

estar en el templo del Señor

todos los días de mi vida,

para adorarlo en su templo

y contemplar su hermosura.

Cuando lleguen los días malos,

el Señor me dará abrigo en su templo;

bajo su sombra me protegerá.

¡Me pondrá a salvo sobre una roca!

Entonces podré levantar la cabeza

por encima de mis enemigos;

entonces podré ofrecer sacrificios en el templo,

y gritar de alegría, y cantar himnos al Señor.

A ti clamo, Señor: escúchame.

Ten compasión de mí, ¡respóndeme!

El corazón me dice:

«Busca la presencia del Señor.»

Y yo, Señor, busco tu presencia.

¡No te escondas de mí!

¡No me rechaces con ira!

¡Mi única ayuda eres tú!

No me dejes solo y sin amparo,

pues tú eres mi Dios y salvador.

Aunque mi padre y mi madre me abandonen,

tú, Señor, te harás cargo de mí.

Señor, muéstrame tu camino;

guíame por el buen camino

a causa de mis enemigos;

no me entregues a su voluntad,

pues se han levantado contra mí

testigos falsos y violentos.

Pero yo estoy convencido

de que llegaré a ver la bondad del Señor

a lo largo de esta vida.

¡Ten confianza en el Señor!

¡Ten valor, no te desanimes!

¡Sí, ten confianza en el Señor!


Descubre más desde Reino de Albanta Ediciones

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑