A Mateo Andrés
Tu mano estaba en mi mano y todo fue una caricia
en ese preciso momento en que vos hijito naciste.
Te recibió con fuerza la vida al lado de mi sonrisa
y te miró por vez primera la voz que conocías.
Ahora bailamos lo mismo que yo hace mucho escuchaba
y te enseño la lengua e historia de donde tu padre viene
para que vos me cuentes mañana, hecho ya un hombre
por dónde mis sueños irán escuderos junto a los tuyos.
Antes celebraba con fiesta el día de mi cumpleaños
y ahora alzaré mi copa con ganas cada vez que sea
el recuerdo del día en que te vi volar esperanzado
desde mamá con la fuerza del llanto que da la vida.
Mi mano quizá esté en tu mano un día muy adelante
cuando sea yo el que dependa de tu preciosa ternura
y dejaré mis sueños felices en los tuyos por siempre
el día de mi último te quiero, cuando yo me muera.
Tin Bojanic
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