“Señores, cuando la artillería de los barcos ingleses comience a disparar sobre nuestras posiciones, nadie está exento de que el miedo lo domine, e intente abandonar su lugar de lucha. Por esta razón, he instalado el campo minado a nuestras espaldas: de esta manera quemo las naves. Les agrego, además, que si en plena batalla observan que alguien, aterrorizado, se retira de su puesto, el camarada que está a su lado tratará de disuadirlo de todas las maneras posibles; si no lo logra le disparará a las piernas. De ninguna manera deberemos permitir que se genere pánico de trinchera; es una enfermedad su expresión es similar a las de las famosas estampidas que veíamos en las películas del oeste norteamericano. Esta orden también incluye a mi persona, con la única diferencia de que el tiro no debe ser a una de mis piernas, sino al pecho”.
Mohamed Alí Seineldín