«Parece ficción; quizá mejor si lo fuera. Tiene dolor real; tal vez no debió haber sucedido. Así opinan, y en distintas lenguas, lo que unos aseguran desmintiendo lo que afirman otros. Se acusan en aleteo histriónico, cual político, los del ala de izquierda y los del ala de derecha. Pero el pueblo es el corazón del ave que desea su libertad, que sin coordinación de su cuerpo tendrá por siempre torpe el vuelo. Se enfrentan en revanchismo geográfico, cual racial, los de Europa con los de América. Entristeciendo y embelleciendo, artesanal y cínicamente, ese vacío nunca lleno desde que no ha sido el fin de la historia, y que permanece atormentándonos por aún estar perdidos cuando nos aventuramos en declararnos evolucionados o involucionados. Todo sigue igual, poco habrá cambiado, si los discursos son parecidos a los anteriores y los personajes no difieren, confundidos, soñando enfrentarse a muerte y deseando quitarle la vida al enemigo. Se atacan por supuesta legítima defensa.
Porque la política tiene sus trampas, es curioso ver cómo surgen líderes entre los del pueblo reivindicando sus necesidades y, luego en el poder, parecieran obligados a la traición, como si transformados en poder dejaran de ser pueblo. Por otra parte, los grandes poderes políticos y económicos del globo, en un suicidio de principios, financian grupos armados para atacar a otros poderes, constituidos iguales a los de ellos, desvirtuándolo todo»…
Fragmento de Sonámbulos del Imperio Austrohúngaro; Astucias dialécticas