Adentrándose

Mi padre me decía siempre que cuando uno se convertía en padre dejaba de ser hijo.

Uno puede recorrer su propio pasado observándose en el presente que sucede con la vida de un hijo. Y a futuro uno va imaginando las cosas que aún irá aprendiendo, e irá comprendiendo las tantas virtudes de ese padre convertido en abuelo. 

Cuán grande es el privilegio de poder presentarle un hijo al propio padre, de poder hacerlo abuelo, cosa que no todos pueden gozar de la experiencia. En mi vida puedo decir que mi padre conoció a su nieto antes de partir, que pude ser elemento para unir a tres generaciones de la misma sangre.

Un buen padre creo que es el que prepara a su hijo para valerse por sí mismo pensando en el momento en que ya no esté. Hablar sobre la muerte siempre es hablar sobre la vida. Volviendo a mencionar lo que siento por privilegio es el de haber tenido un padre hasta después de haber cumplido los cuarenta años. 

Para el adiós uno va preparándose hasta sin saberlo. Pero aún así, el convertirse uno en padre, dejando de ser hijo de hecho, genera ciertos temblores y ajustes emocionales que naturalmente suceden. 

Tras la partida, y en la preparación de la misma, iba recopilando en mi memoria las enseñanzas y todo aquello inmaterial que heredé de mi buen padre. 

Despedirse serenamente de un padre es una necesidad para poder comprender la finitud de la vida y el desenlace que nos tiene previsto la naturaleza. Este es el requisito para poder aprender uno a ser padre, o para finalmente poder cerrar aquella etapa que ha sido la de ser hijo. 

Desde que supe que un cáncer sería la batalla final que él libraría, encontrándome yo en otro continente, pude organizar ir a verlo en tres ocasiones para despedirlo. 

Porque sucedieron muchas cosas inherentes a esta situación que todos experimentamos en la vida, pero porque también ha sido un proceso muy particular debido a la distancia y hasta a la mismísima complejidad del virus que brotaba por aquellos días, y que aún sigue existiendo al momento en que estoy escribiendo estas líneas. En fin, que por eso, quizá haya algo de interesante en este relato que fuera necesario para mí. 

MMXX 

Costa Dálmata

Tin Bojanic

ARTESANO DE LA VIDA

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