“Se cuenta que el General Mosché Dayan acompaña a un visitante extranjero en una guarnición. Cruzan con un soldado que, incomprensiblemente, no responde a su saludo. Algunos pasos después Dayan se disculpa ante el huésped y alcanza al soldado, con quien cambia unas palabras. Luego el visitante le pregunta si fue a comunicarle la sanción. ¡Qué sanción! –se desconcierta-: fui a preguntarle por qué estaba enojado”.
Marcos Aguinis