“Recuerdo hasta qué punto -a pesar de las grandes y frecuentes dificultades que surgían entre nosotros para entendernos y tolerarnos- amé a mi padre. A menudo, de niño, me turbaba el pensamiento y mi corazón se paraba ante la sola idea de que un día ya no existiera; mi vida me parecía depender tanto de la suya (¡mi vida tan diferentemente orientada!) que, en lo más secreto de mí mismo, su partida se confundía con mi propio fin”.
Rainer Maria Rilke