“A Ñequi y Mononi:
Su padre no los abandona, simplemente dio su vida por los demás, por ustedes y vuestros hijos… y los que hereden mi Patria.
Les va a faltar mi compañía y mis consejos, pero les dejo la mejor compañía y el más sabio consejero, a Dios: aférrense a Él, sientan que lo aman hasta que les estalle el pecho de alegría, y amen limpiamente, que es la única forma de vivir la «buena vida», y cada vez que luchen para no dejarse tentar, para no alejarse de Él, para no aflojar yo estaré junto a ustedes, codo a codo aferrando el amor.
Sean una «familia», respetando y amando a mamá aunque le vean errores, sean siempre sólo «uno», siempre unidos.
Les dejo el apellido: Falconier, para que lo lleven con orgullo y dignifiquen, no con dinero ni bienes materiales, sino con cultura, con amor, con belleza de las almas limpias, siendo cada vez más hombre y menos «animal» y por sobre todo enfrentando a la vida con la «verdad», asumiendo responsabilidades aunque les «cueste» sufrir sinsabores, o la vida misma.
Les dejo muy poco en el orden material, un apellido «Falconier», y a Dios (ante quien todo lo demás no importa).
Papá
PD: para que mis hijos lo lean desde jóvenes y hasta que sean viejos, porque a medida que pasen los años, adquieran experiencia, o tengan hijos, le irán encontrando nuevo y más significado a estas palabras que escribí con amor de padre”.