Hoy me siento amigo de Napoleón
recordando ese día que dijo triste
que sólo sabré si la amistad existe
cuando sigan junto a mí en desgraciada ocasión.
Entre aquellos que siguen aquí
se encuentra Enrique Santos
maldiciendo a los quebrantos
de un mundo que nada le importa el sufrir.
Ahora que la suerte se esconde
y la soledad tortura a mis sueños
no me rendiré ante sus mágicos pesos
ni simularé estar con ellos acorde.
Con la confianza en el destino
no vacilaré continuar con esmero
por este fiel derrotero
(junto a la verdad de Jorge Luis)
aunque deba verme solo y conmigo.