Cuando me percibo presa de tu mirada
siento desnudo mi atrevimiento
de expresar cualquier sentimiento
sin dejar que oculte nada.
Resignado en la impotencia,
ajeno a la coherencia,
invoco a tu inocencia
me permita ver su transparencia.
Si tu mirada se acerca a la mía,
sin ser cobarde no se retira,
que me ceda la ocasión en que le diga:
¡tu belleza es llama viva encendida!