«Algunos días, sorpresivamente, bombardeo con mi propio intelecto la ciudad de mis ideas. Completamente destruido quedo y vuelvo a edificar sólo aquello que era estrictamente necesario para el mantenimiento y progreso de mi mundo. Entre las buenas construcciones concibo a las que tienen una altura que logran acariciar al Cielo teniendo la virtud de no descuidar los subsuelos bien adentrados en la Tierra. A estas últimas las bombas no pueden dañarlas, tales son la idea de Dios, de Poesía, de Amor; mejor aún, constantemente estrenan nuevos pisos y se llenan de hermosos vecinos luminosos». 

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s