A Miguel de Cervantes Saavedra
Tiene algo de luna
y se le parece tanto a Dulcinea
que sería mejor que Miguel la viera
para describir con precisión su inigualable preciosura.
Si alguien como yo sintiera su frescura
se vería envuelto en el siguiente dilema,
amarla hasta morir o impedir que se nos muera,
recién entonces comprenderían mi apasionada locura.
No hay mujer que posea su ternura
ni ha nacido ni vendrá al mundo otra semejante
porque Dios crea una estrella tan brillante
sólo una vez, cuando decide despojarse de mesura.
Enamorarse es la aventura
más romántica que la vida tienta
convirtiéndose en la razón y causa para que no mienta
que querré su nombre como epitafio en mi sepultura.
Tiene algo de luna
y se le parece tanto a Dulcinea
que tiene por nombre Lunea
y por amante un soñador abrazado a su cintura.