Va el cuerpo de Rivero por el Río Paraná; fue el de su padre, en tiempo parecido, por el Río Uruguay. Ambos cuerpos viajaron en el agua para desembocar en el Río de la Plata. Las corrientes de la historia los llevaron hasta las Malvinas.
Allí, en las Islas, se oyen aún los ecos de bravura gaucha. Así se confunden los del padre con los del hijo. En 1982 se los escuchó con distinto vibrar. Porque se volvieron a llenar de gauchos nuestras tierras, porque todos gritaban lo que Rivero gritó, porque todos pelearon, una vez más, como gauchos argentinos.
Los ingleses lo saben bien: que esos gritos no se fueron de allí, y que otros gauchos, si no se van, volverán a gritarles con su sangre: ¡libertad!
Ser gaucho jamás ha sido una cosa sencilla… La unión de la patria, tampoco lo será. Pero como no se puede dejar de ser gaucho, tampoco se podrá dejarse de amar a la patria que nos parió.
Fragmento de Patria mía ǀ TIN BOJANIC