A mi padre
Cuando por primera vez quise caminar
poniéndome de pie en desafío,
qué tan duro pudo haber sido
sabiendo que tus brazos no me dejarían tropezar.
Cuando complicaba mi vida con problemas
lejos de ser ineludibles aunque para mí necesarios,
qué tan duro pudo haber sido enfrentarlos
sabiendo que en la batalla estaría presente la sangre de tus venas.
Cuando creía ser soldado era tomar las armas
me enseñaste que la vida toda era una batalla
y que la fuerza y la voluntad derrumban la muralla
que libera al corazón que ama arder en llamas.
Cuando ya no estemos juntos peleando al enemigo
sólo será en forma aparente,
sin importar quien esté enfrente
¡siempre estaremos los dos, mi gran amigo!