“Durante las mañanas, desde sus primeras horas, es cuando me encuentro más filoso para escribir un texto, como si me despertara necesitado de descargar una intensa actividad intelectual onírica. Y por los atardeceres es cuando me inclino más para escribir poesía, como si harto ya del pensamiento me entregara a las ganas de enamorarme y de vivir la vejez del día con mayor libertad”.

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